El retrato creado por Richard Neave muestra al Hijo de Dios con una cara ancha, ojos marrones, una barba espesa y pelo corto y rizado, así como una piel bronceada. La imagen obtenida como resultado de la reconstrucción de tres cráneos semíticos encontrados en Israel difiere claramente de la imagen "clásica" del Mesías.

Estos rasgos eran característicos de los judíos de Medio Oriente que vivieron hace dos mil años en Galilea, al norte de Israel.

Y aunque el Dr. Neave pone en énfasis que se trata solo del retrato de un adulto que vivió al mismo tiempo y en el mismo lugar que Jesús, según algunos expertos, su descripción es probablemente mucho más precisa que la de los grandes maestros.

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